miércoles, 24 de agosto de 2011

Guerras Dacias

El Siguiente vídeo muestra un documental sobre las guerras dacias hecho por History Channel

Julio César Y Los Piratas

Un episodio no muy conocido de Julio César tuvo lugar cuando en su juventud fue secuestrado por una de las tantas bandas de piratas que asolaban el mar mediterráneo de la época. En aquella época era común que se burlaran de los ciudadanos romanos debido a que ser ciudadano romano significaba tener un estado social más elevado que el resto del mundo. Algunas de las burlas consistían fingir disculparse por el error cometido, decirles que eran libre de bajar por una escalera y poner rumbo a Roma pero sin barco o echarlos al mar en caso de que se negaran.
Julio César desde muy pequeño tuvo una gran ambición de tal manera que sus actos siempre estuvieron pensados y dedicados al logro de sus objetivos. En este caso a acrecentar su prestigio y fama.
Julio César es secuestrado

Cierto día Julio César se encontraba en una nave que fue abordada por los piratas sin encontrar resistencia debido a la experiencia en el pillaje que poseían los piratas. Al hacer proceder a identificar y fijar la tarifa por cada prisionero en la embarcación, el jefe de los piratas decidió que pediría por Julio César 20 talentos. No esperaba lo que oiría a continuación:
El carisma de Julio César

- Os habéis equivocado conmigo. Mi categoría es mucho mayor de la que me habéis otorgado. No quiero perjudicaros. Mi precio no son veinte talentos sino cincuenta, que es lo que os darán por mi persona.

Los piratas sorprendidos al oir semejante respuesta, estallaron en carcajadas, pero César insistió:

- No permite mi orgullo ser catalogado tan bajo.

- De acuerdo -sonrió el jefe de los piratas-, puesto que tal es tu deseo, pediremos por ti cincuenta talentos, pero como me eres muy simpático, aunque tus amigos no den por ti más que los veinte talentos, también quedarás en libertad.
Para desgracia de los piratas que lo secuestraron, el futuro emperador del imperio romano, Julio César, cumplió la promesa que les hizo poco después de ser secuestrado.
La promesa de Julio César

- Como guste, pero -añadió César con voz de trueno-, te advierto que más adelante os colgaré a todos de los palos de esta misma nave.
Julio César durante el secuestro

Luego de esto, Julio César envió cartas a sus amigos para que juntaran el rescate y permaneció en compañía de los piratas por 38 días, teniendo un comportamiento muy peculiar, según cuenta Suetonio:

"Pese a lo difícil de la situación, César se instaló entre los piratas como si fuese un invitado, y casi un amo. Los piratas, asombrados ante aquella gallardía y aquella casi temeridad, acabaron por profesarle cierto afecto, acrecentado por la edad del prisionero.

Estuvo entre los piratas treinta y ocho días, durante los cuales efectuó varios experimentos, como , por ejemplo reunirlos a su alrededor obligándoles a estar callados. Entonces, les dirigía la palabra para ver qué impresión le causaban sus discursos. Y sobre todo, le producían a él mismo. Los piratas, gente torpe e inculta, no solían entenderle y entonces los increbapa furioso"
Julio César lleva a cabo su venganza

Luego de ser liberado, Julio César se movió rápidamente a Mileto donde reclutó hombres y armas para reforzar varios barcos y sin perder un segundo se dirigió a la isla de Farmacusa donde supuso que todavía se encontraban los piratas, a los que agarró desprevenidos y consiguió apresarlos. A continuación se dirigió a Junio, quien era el representante de la autoridad y figura encargada de inflingir el castigo para ellos. Junio no se interesó en el castigo sino en el dinero de los piratas, que fue dado por Julio César sin antes tomar una parte para sí. Julio César insistía en que Junio castigara a los piratas pero éste ni se inmutaba y al ver pasar los días, Julio César fue él mismo a Pérgamo, sacó a los piratas de la cárcel, les dió el último discurso de su vida y los colgó de los palos de su nave, tal como les había prometido a los incrédulos corsarios. El episodio de Julio César con los piratas le dio más fama y reputación en Roma, donde la noticia había encontrado buena acogida, de mano de las muchas liberalidades que concedía.

Julio César

Guerreros en trance: Bersekers


Al final del siglo VIII, los invasores marinos vikingos de Escandinavia aparecieron repentinamente en el norte de Europa. Invadieron y saquearon las comunidades costeras durante los 150 años siguientes. La mayor parte del progreso conseguido por Carlomagno, al unir el norte de Europa e iniciar un renacimiento de la civilización, desapareció por el desorden que causaron. A los vikingos eran famosos por sus importantes conocimientos náuticos y por su ferocidad en el combate. Los testigos decían que los guerreros vikingos en ocasiones entraban "en trance" y atacaban con un estusiasmo casi inhumano, inconscientes de todo peligro. Contemplar esa conducta era aterrorizador; y resisterse a ella, casi imposible. La capacidad de enloquecer en el fragor del combate fue un poderoso aributo durante un periodo de superstición general.

Se decía que que estos guerreros, llevados por el odio, no sentían dolor, ni miedo ni hambre ni sed. El pavor se adueñaba de sus víctimas nada más verlos, antes del ataque. Se ha estudiado este tema en profundidad, llegando a la conclusión de que este trance era provocado por el consumo de determinadas hiervas y un misticismo sugestivo. Como anécdota decir, que a veces se ahogaban al tirarse fuera del barco antes de llegar a tierra ansiosos por pelear.

Más información:

http://es.wikipedia.org/wiki/Berserker

La Batalla Que Ganaron Las Abejas

El 5 de noviembre de 1914 el ejercito colonial Británico con 8.000 soldados indios (de la India) se enfrentó en la Batalla de Tanga (África Oriental) contra un millar de Askaris africanos que luchaban bajo bandera alemana.
La buena disposición táctica del Comandante Paul Emil von Lettow-Vorbeck hizo que el ejercito germano derrotase al dirigido por el General Británico Arthur Aitken en una batalla sin precedentes.
El gran aliado del ejercito alemán fueron unas “Abejas Soldados” que intervinieron de manera providencial, derrotando al ejercito de Su Graciosa Majestad el Rey Jorge VI del Reino Unido.
Pero dichas abejas no formaban parte del plan de guerra ni estaban “hábilmente adiestradas”, tal y como aseguró el rotativo inglés “The Times”.
Lo que en realidad pasó es que cuando los soldados bajo mando inglés desembarcaron, se encontraron con una zona pantanosa donde era imposible moverse. Los askaris lanzaron su ataque y de la marisma salieron enormes enjambres de abejas que, sorprendentemente, sólo atacaron a los indios, haciéndoles huir despavoridos.